¿Sabías que los perros también pasan por una pubertad difícil?

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A partir de los cinco meses, el can se comienza a mostrar ambivalente, más rebelde e inquieto en la exploración sexual. La pubertad nunca es fácil, ni siquiera en perros!! Para los perros, esta etapa es bastante larga: los primeros cambios parten a los 5 meses de vida y se prolongan incluso hasta un poco antes de los 2 años, junto con la metamorfosis hormonal que presenta el animal, los cambios en el comportamiento también le avisan al dueño que la mascota está entrando de lleno en la adolescencia.

En este período de transición entre el mundo del cachorro y el mundo adulto, el perro se ve envuelto en una serie de ambigüedades. No es raro que siga teniendo temerarias conductas de cachorro (como tirarse a la piscina o mordisquear las piernas) y que, al rato, se muestre como un prepúber que tiene más conciencia del peligro (por ejemplo, que se le erizan los pelos cuando se enfrenta a otro perro).

“Es clave que el perro llegue a la adolescencia habiendo aprendido a controlar su frustración, de lo contrario en este período se vuelven muy insistentes, ansiosos y destructivos cuando no consiguen lo que desean”, explica el adiestrador dedicado a problemas de conducta, Héctor Rojas.

Esa tolerancia -agrega- se la enseña la madre y, posteriormente, la refuerza el dueño con lecciones tan básicas como dejarle claro al cachorro que es la persona quien dice cuándo jugar, comer, recibir cariño, etc. Otro punto clave en esta etapa es alcanzar un sano desapego con los dueños. Es decir, la mascota tiene que empezar a formar conductas independientes que no tengan como único afán interactuar con su grupo, los perros son de jauría y es el dueño quien debe mostrarle que esa unión con el grupo puede ser sólo a ratos.

La mejor manera de incentivarlos a dar ese paso es que el perro en la casa tenga un lugar determinado para dormir. “Subirlos a la cama de uno lleva a generar un hiperapego. Una vez que la persona sale de casa, al animal le gatilla angustia, destrucción, defecación involuntaria, aullidos y lo pasa muy mal”. La jerarquización también es un tema. Dependiendo de cuán dominante sea el animal, es usual que los perros a esta edad quieran subir en la escala jerárquica, ya sea con respecto de otros canes o de la familia (la ve como su jauría).

Si convive con un perro más viejo no es de extrañar que se ponga peleador y trate de ganarle el liderazgo. Lo peor en esos casos es retar al más viejo, pues su misión es transmitirle al más chico de que aún no está listo para ser el líder. Hay casos en que el conflicto no cede y sólo queda separarlos.

Con la familia -más aún si ésta no le ha marcado bien los límites-, puede que el perro púber se vuelva más rebelde y desafiante. Hay que seguir siendo consistente con las normas, para no permitirle que siga creciendo en la escala jerárquica del grupo.

El comportamiento sexual es otra característica de la etapa. No hay que permitirle “montar” las piernas de la gente ni reírse con eso, porque así se le refuerza el hábito, manteniéndose en el tiempo. Esto lo hace tanto por dominancia como por placer.

Si resulta difícil manejar la conducta en general del perro, lo mejor será pedir asesoría, pues después de los 2 años puede ser muy tarde, convirtiéndose en un animal incontrolable y/o agresivo. No hay que perder la paciencia, con dedicación y cariño ayudaremos a que nuestro perro sea equilibrado y feliz tanto con nosotros como con el entorno que le rodea.

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