La convivencia entre perros y gatos ha sido, desde siempre, motivo de estudio ya que son especies que, tradicionalmente suelen llevarse mal.
La convivencia entre perros y gatos adultos es difícil ya que son dos animales de especies distintas y ambos son a la vez, predadores. Son, por tanto, territoriales y durante miles de años vivieron de lo que cazaban. A pesar de que hoy en día son animales domésticos, este instinto aún persiste y así vemos que el perro corre tras los gatos, conejos y otras especies, a la vez que los gatos corren tras los pájaros, ratones, insectos, etc.
De todas formas es posible que perros y gatos aprendan a llevarse bien en el mismo hogar, tal vez nunca adoren la compañía del otro, pero sí pueden aprender a tolerarse.
La forma más eficaz de conseguir la convivencia entre perros y gatos es criarlos juntos desde cachorritos. Así aprenden a compartir espacio y juegos como algo normal. Es más fácil cuando se presenta un cachorro a un gatito pequeño, ya que ambos son jóvenes y aún no han tenido malas experiencias con seres de la otra especie. Pero también es posible que perros y gatos adultos puedan aprender a convivir el uno con el otro.
La reacción más frecuente de un perro que ve a un gato desconocido es acosarlo, ataque ante el cual el felino decide si debe huir o enfrentarse al agresor. En estos momentos el perro tiene las pupilas dilatadas y las orejas erguidas porque permanece expectante ante los movimientos del otro animal. Si el gato decide atacar se lanzará a la cara del perro provocándole graves heridas que pueden infectarse con facilidad además de lesiones en los ojos, por lo que en un enfrentamiento de este tipo la rapidez del gato le otorga una indiscutible ventaja.
En general, si no se han criado juntos, es más fácil la convivencia cuando el gato ha sido el primero en llegar al hogar, y es el perro, aún cachorro, el que llega al último, ya que los perros se adaptan más fácilmente a los cambios.
Si ambos son adultos podemos tardar varios días en que compartan el mismo espacio, pero lo que podemos hacer, si disponemos de espacio suficiente, es que compartan zonas cercanas y que empiecen a percibir el olor del otro. Es una forma de que se vayan acostumbrando a esa presencia. El día que se conozcan es importante que hayan comido y que no estén inusualmente nerviosos.
Mientras más años lleve el gato o el perro viviendo sólo en nuestra casa, peor suele tomar el que llegue otro animalito, a no ser que sea un cachorrito y “vea” que no es una amenaza a su liderazgo. Eso no quiere decir que la convivencia entre perros y gatos será fácil, ya que a veces, como los humanos, también pueden sentir celos si damos más mimos o jugamos más con el otro.
Por lo tanto, si perros y gatos comparten el mismo territorio y tienen contactos tempranos resultará sencillo que acaben por hacerse grandes amigos. Lo mismo sucede en el caso de otros animales como conejos, pájaros o roedores: para el perro será más fácil adaptarse a ellos si es joven o si su temperamento es tranquilo, lo que facilitará la convivencia desde un principio.